Nuestro pésame a la nación boricua
Hoy nos enteramos de fallecimiento del compatriota Eliot Castro. Una gran pérdida para la nación boricua en el ámbito deportivo y patriótico. Eliot, por derecho propio, destacó en el análisis deportivo cubriendo casi todas sus áreas. Tanto a nivel nacional, es decir Borinken o Puerto Rico, como a nivel internacional. De una u otra forma le daba a sus escritos sus pinceladas nacionalistas en su columna Las canto como las veo, que por décadas leí en el semanario Claridad, antes conocido como el periódico de la clase obrera.
Conocí personalmente a Eliot en La Taona cuando era estudiante de ingeniería en el Colegio de Mayagüez. En La Taona disfrutamos varias veces unas copas de vino mientras disfrutábamos de los artistas de la nueva trova puertorriqueña: Noel Hernández, Roy Brown, Phinéz, Moliendo Vidrio, El Jíbaro, Igor Javier y sus Batás, Jossie de la Torre y tantos otros que sentaron cátedras. Y en el proceso analizábamos y platicábamos sobre el acontecer político de Puerto Rico, de la dinámica del partido Socialista Puertorriqueño, del Partido Independentista Puertorriqueño y de otras organizaciones que en esos gloriosos días metían mano y que en gran medida impidieron con su actuar la anexión de Puerto Rico a los Estados Unidos de América.
En las pláticas se nos unía, cuando tenía el tiempo disponible, Tato Taona, el Boquio, Carlos Raquel, Adelita Acevedo y su hermana, Georgina, Carlitos Rivera Pacheco, Elizám Escobar y muchos otros estudiantes universitarios. Siempre fue respetuoso de las posiciones de los demás y mantenía un nivel sosegado en las discusiones por más candentes que se pusieran. La risa era parte de su personalidad. La que por cierto nunca fue estridente.
Aunque se crio en Urbanización Roosevelt de Hato Rey siempre reivindicó su origen de la parada 15 arriba en Santurce, en especial del barrio Alto del Cabro. Barrio que el que fuera verdaderamente de Santurce o cangrejero tenía que conocer forzosamente, como también tenían que conocer Campo Alegre, la 17, Trastalleres, Melilla y la Plaza del Mercado de la parada 19.
Hace unos meses leí un artículo de Eliot narrando la dinámica pelotera de Santurce y estuve cerca de escribir para abundar el mismo. Porque en su artículo no incluyó que donde se jugaba pelota caliente era en el patio de atrás de la Escuela Superior Central ya uno adolescente. Y cuando niño en el patio de atrás de la Escuela elemental Luchetti en la parada 17. ¿Por qué no se jugaba en la parada 15? Porque la 15 es pura cuesta Si ya se estaba en el plano de retar a los de Puerta de Tierra en el juego de pelota, entonces, las guerrillas de Santurce se transportaban al Canódromo donde los parques eran más grandes y se jugaba pelota dura de verdad contra los de Puerta de tierra y los del viejo San Juan.
Gocé mucho ese artículo especialmente cuando narró la dinámica y hasta fanatismo de los seguidores de la pelota que asistían al recién inaugurado parque de pelota Hirám Bithrons en Hato Rey, que a diferencia del Sixto Escobar en Puerta de Tierra estaba distante de las huestes cangrejeras proletarias de Santurce. Y afloraron los recuerdos cuando íbamos pagando 5 centavos en guagua al Escobar. Siempre y cuando no fuéramos en tropa. Porque entonces – si la guagua no tenía torno y usaba alcancía – se recurría al método el de atrás paga. Y cuando llegaba el último ya la guagua estaba a tepe y el último, que muchas veces ni conocíamos, decía: yo pago lo mío.
Ya de salida del juego, bien fuese que pudieras entrar por la entrada, o brincando las verjas o que te quedaras en la verja sentado viendo el juego o desde las ramas de los pinos, la dinámica de regresar era otra. Se aglomeraba la fanaticada en la parada que quedaba frente al Tribunal Supremo Colonial en espera de la guagua o guaguas. Y una vez estas llegaban parecían monos los chamacos subiendo y entrando por la ventanas, sin que se dejara de usar paga el de atrás. Los más atrevidos – los títeres - se iban cola’o subidos en el bomper (defensa) trasera de la guagua y agarrados de los carteles de anuncios que las guaguas llevaban atrás.
Gracias Eliot por haberme ayudado a revivir tantos recuerdos y mantenerme al día en el deporte nacional e internacional. Desde que te enfermaste tuve que cambiar mi patrón de leer Claridad porque siempre comenzaba con tu famosa y profesional columna. Ahora me veré obligado a buscar por donde comenzar como me pasó cuando dejó de salir la tira cómica Monón.
Gracias por el legado de patriotismo y nacionalismo viril que nos dejaste en tu columna y en tu vida diaria. Ese legado escrito es digno para que los de Claridad lo consideren para publicar un buen libro. Sería un excelente reconocimiento a tu aportación a la Patria.
Descansa en paz, gallo.
En Jiquilpan, Michoacán, México, a 23 de julio de 2017.
Por Carlos Rivera.
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