Betances en las cumbres de Latino América
Buenas noches. Agradezco a nombre del CDHPR la invitación a hablar en este acto. Por razón de compromiso previo en la actividad de bombazo por Oscar que se celebra hoy en el Colegio de Abogados, no he podido estar personalmente con ustedes.Quiero agradecer a los organizadores de esta actividad político cultural, que siguen una larga tradición del nacionalismo puertorriqueño de honrar los héroes y mártires de nuestra tierra. En un país sin historia oficial, es necesario construir el balance de la verdadera historia reconociendo e investigando sobre la figura y el pensamiento de Betances, uno de nuestros grandes libertadores. Betances, llamado con justicia: “padre de la patria”, por organizar la primera revolución libertadora en Lares, que fue la que dio origen primigenio a la nacionalidad puertorriqueña y reafirmó el derecho de los puertorriqueños a su autodeterminación. Betances, creador de los diez mandamientos, iconos de la declaración de derechos humanos universales, que en alguna medida inspiran nuestra carta de derechos. Betances, libertador, incluso con su propio peculio, de los esclavos que llevaban a la pila bautismal. Ellos advenían al cristianismo institucional y Betances honraba el derecho de sus congéneres a una vida digna, alejada del flagelo de la esclavitud, basada en color y etnia. Betances: periodista, literato, científico, pensador y conspirador, para demostrar a España, a Estados Unidos y al mundo, que desde el siglo XlX ,aquí ya había una nacionalidad diferenciable, viva y pujante, con hijos e hijas dispuestos a ofrendar vida y hacienda por la libertad de la patria, que era Puerto Rico y no la llamada madre patria; España.
Betances era médico, humanista, literato versado tanto en novela como en poesía. Era filántropo, científico eminente, pensador tal vez masónico y agnóstico. Por sobre todas las cosas, era libertador de naciones. Cuba, Puerto Rico, Santo domingo, para construir la Confederación Antillana, era su utopía, literalmente: lugar que no existe. Esa utopía tenía ínsito dentro de sí el derecho a existir, siendo ese un derecho inalienable de los pueblos, el derecho a tener una nacionalidad que corresponda a su territorio y a su etnia. No se puede separar al Betances humanista, científico, literato y pensador prolífico, del Betances revolucionario y político, porque la política es la ciencia del buen gobierno, del poder para el bien común. En Betances su arte, su ciencia, su formación humanística, todo estaba puesto al servicio dela libertad y del cambio social para que la sociedad fuera más justa y respetuosa de la dignidad del ser humano, no importa su origen ni sus recursos económicos.
Betances como Don Pedro Albizu Campos, creía que existía solo una raza: la raza humana y por eso combatían ambos con denuedo, el concepto de naciones superiores y la teoría del buen salvataje de Rousseau, que es la que justifica la intervención de los imperios en sus colonias. De ordinario, los imperios sojuzgan a los pueblos haciéndoles creer que vienen a traer las bondades de la civilización ilustrada que ellos alegan representar. Su ideología es racista y discriminatoria y muchas veces viene disfrazada del ropaje de evangelización e ilustración. Así, como decía Dante en la Divina comedia, sus intenciones vienen disfrazadas de buenas intenciones, como el camino al infierno, que está empedrado también con buenas intenciones, que a la larga no son más que un espejismo.
Si conceptualizamos bien al colonizado en su estructura psicológica, podemos decir que Betances fue uno de nuestros primeros dirigentes políticos en descolonizarse hasta la medida de lo posible. Contribuyó a ello su extracción de clase social, su temprana educación fuera de Puerto Rico, especialmente su formación académica en parís en años de gran ebullición social. El colonizado tiende a volcar su conducta violenta hacia sí mismo y no al amo que lo sojuzga. El colonizado tiene gran inseguridad personal y grandes complejos de inferioridad que le hace ver a los demás, especialmente a los habitantes de la metrópoli, como superiores a él. Se desprecia a sí mismo y se siente reivindicado cuando es aceptado por los amos coloniales como uno de los suyos. Vive para complacer al amo y teme que le vean desarrollando un sentido crítico ante la vida, especialmente en su convivencia en la colonia, porque se le tildaría como malagradecido. El ser colonizado piensa que lo que es como persona se lo debe a la vida en la colonia que le dio la oportunidad de progresar y formarse como uno de los suyos. Es decir, su progreso personal en la actualidad se le atribuye a la relación con Estados Unidos bajo el ELA y no a su talento y su ética de trabajo. Así era bajo España y así es en nuestra actual relación territorial o colonial, como se le quiera decir, con o sin eufemismos. Esas lecciones de liberación colectiva, personal y auto confianza nos dejó Betances. Nos enseñó que querer ser libres es empezar a serlo y que la libertad es un valor imprescindible para que la dignidad de todo ser humano, más allá de su etnia (ya hemos dicho que hay una sola raza, la humana) o de su origen, sea garantizada.
Betances no pertenece como figura histórica, a ningún partido político, pero su legado fundamental es político, en el sentido de la polis o la búsqueda del bien común. Su lucha por la independencia de Puerto Rico y contra la esclavitud, fue la defensa del derecho a la autodeterminación de un pueblo, que es el más fundamental de los derechos humanos en una patria sujeta a un régimen colonial. Tal era el caso de la nación Puertorriqueña que Betances y los revolucionarios(as) de Lares contribuyeron a formar. Honramos su legado estudiando sus lecciones y luchando por concretar sus ideales.
Eduardo Villanueva Muñoz
Portavoz CDHPR, a 8 de abril del 2015
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