Por Ramón O´Neill Santos
Cambios políticos
El
4 de octubre de 1897, Praxedes M. Sagasta, como Primer Ministro de España,
forma gobierno y cambia inmediatamente a los Ministros de Guerra y de
Relaciones Exteriores.
El
6 de octubre concede la autonomía a Cuba y a Puerto Rico como posible solución
a la beligerancia.
El
9 de octubre de 1897 cesan al General Weyler como Capitán General de la isla de
Cuba y nombran en su lugar a Don Ramón Blanco.
El
6 de noviembre de 1897, Madrid, concede amplia amnistía a los presos políticos
de Cuba y de Puerto Rico.
El
22 de noviembre del mismo año, el Ministro de Ultramar, Don Segismundo Moret,
dio lectura a dos de cuatro Reales Decretos que había firmado la Reina Regente : uno
establecía la igualdad de derechos políticos de los españoles residentes en las
Antillas y los peninsulares, y otro hacía extensiva a Cuba y a Puerto Rico la Ley Electoral del 26
de junio de 1980 –sufragio universal.29
Además,
el gobierno de España modificó el sistema de concentración, concedió indultos,
recurrió al sobreseimiento de procesos por delitos políticos y otorgó libertad
a los detenidos por análogas circunstancias.
¿La autonomía, solución a la beligerancia?
Es menester señalar que la autonomía para las Antillas no se contemplaba como alternativa o solución política ni por Betances ni por los máximos jefes separatistas antillanos.
La
misma le fue ofrecida a Betances varias veces, veamos lo siguiente, tomado del
libro El Antillano, Ramón E. Betances, 1827-1898, de Ada
Suárez Díaz, p. 242, del capítulo XI:
El
14 de mayo de 1896 decía Betances a Don Tomás Estrada Palma:
Supongo
que el Dr. Henna le habrá dado cuenta de las negociaciones que se me han propuesto.
Hoy mismo si me queda tiempo, contaré como ha terminado después de haber dejado
a los enviados desarrollar todo su plan de autonomía. En fin –después de haber
soportado, sudando frío, pero sonreído, ofrecimiento hasta de cincuenta
millones de pesetas para indemnizar a los jefes y a mí mismo– fue éste:
¡Autonomía!
¡Autonomía!… El gobierno es incapaz de comprenderla. Yo sí, la aceptaría, sin
un soldado español en Cuba ni en Puerto Rico, sin un buque de guerra en los
puertos de las dos islas, y con una indemnización que se discutiera para
España, dejando a las dos islas gobernarse por sí mismas, y si a los diez años
no nos convenía seguir así, nos separaríamos sin que se quemara una hoja de
caña ni se tirara un tiro. Pero usted ha visto la Constitución de la República de Cuba, usted
ha leído el manifiesto del Delegado Plenipotenciario, yo no puedo entablar
negociaciones sino sobre las bases de la independencia de Cuba y de Puerto
Rico.
–
Entonces, dijo: ¿no hay nada qué hacer?
–
Nada, conteste.
De
igual obra tomamos de sus páginas 246 y 247 de su capítulo XI, lo siguiente:
A
fines de octubre de 1897 solicita una entrevista con Betances un nuevo enviado
del gobierno de Madrid, de quien se rumora “que va con misión de la Reina regente”: Don José
Canalejas.
…se
me presentó sin carácter oficial y con pretexto de darme las gracias, por haber
dado consejos, en años pasados, a su señora enferma. Pero pronto empezó a
hablarme de los proyectos de autonomía de Sagasta que, por lo que me dijo,
comprendo que su plan “no ha puntualizado” aun lo que se hará con la deuda
cubana, ni con los derechos de soberanía (ejército, marina y justicia). Le dejé
exponer sus ideas sin interrumpirlo, y sólo le contesté cuando me habló de
entrar en arreglos. Me dijo que Giberga, que Perojo, que Montoro, etc. y le
contesté que ninguno de esos caballeros tenía autoridad para hablar de esos
asuntos, que todos –el ejército y la emigración– habíamos dicho: “Independencia
o Muerte” y que sería independencia o muerte, que por lo consiguiente no se
podría entrar en tratos sino sobre las bases de la independencia.
De
la página 247 tomamos:
…y
para terminar sobre la cabeza de Weyler, le dije que este miserable había
creado tantos odios que toda reconciliación se había hecho imposible.
Por
otra parte, el Jefe militar Máximo Gómez, replicó, con un bando de guerra por
el que serían sometidos a Consejo de Guerra, bajo petición fiscal de pena de
muerte “todo comandante u oficial del Ejército Libertador de Cuba que se
acogiese a la amnistía” “y todo emisario que intentase tratos para la
aceptación de la autonomía.”30
Lo
que inmediatamente antecede, desmitifica la persona del puertorriqueño Luis
Muñoz Rivera y su supuesta sagacidad política al conseguir el régimen
autonómico para Puerto Rico mediante el acuerdo con Sagasta y su Partido
Liberal, en virtud de la autorización que le diera el Partido Autonomista de
Puerto Rico en la asamblea celebrada en Caguas, el 27 de julio de 1896.
Más
bien resulta ser, por un lado, el beneficiario indirecto del actuar de egregios
puertorriqueños –Betances–, y por otro lado, el personaje que tuvo que aceptar
el gobierno español ante la negativa de connivencia e insobornidad de los
protagonistas principales puertorriqueños, en la Guerra Iberoantillana.31
Guerra
que le implicó a España, desde su comienzo hasta los últimos días de noviembre
de 1897, el envío de 185,277 soldados a Cuba y 4,848 a Puerto Rico, que le
costó 36,200,000 pesetas los 172,000 fusiles, 10,000 carabinas y 72,000,000 de
cartuchos Mauser enviados sólo a Cuba.32
Betances
rechaza de España la oferta de soborno de 50 millones de pesetas para los jefes
y para él.
En
Filipinas, Emilio Aguinaldo, su hermano Baldomero y otros jefes de la titulada
“República Filipina”, reciben el pago de un millón 700,000 pesos, mediante el
pacto Biac-Nac-Bató, del 23 de diciembre de 1897, a cambio de reconocer
la soberanía de España en Filipinas y de serle concedido a los insurrectos el
perdón.33
¿Y
Luis Muñoz Rivera, cuánto?
Solidaridad ácrata en América
Dos sucesos adicionales hay que mencionar, pues los mismos se pueden vincular con la ejecución de Cánovas, bien fuese como parte de la conspiración de Betances y Angiolillo, o bien en emulación al operativo mencionado. Que acontecieron en el otro extremo del Atlántico, ambos en las Antillas, uno de ellos claramente vinculado con Nueva York, Estados Unidos.
Tomemos
el primero por su cercanía cronológica al suceso mencionado, y ubiquémonos en
Cuba, el 17 de agosto de 1897. En ese día se celebraron en la catedral de La Habana los funerales por el
alma de Cánovas, en los mismos se encontraba su protegido, el General Weyler.
El operativo era asesinar a Weyler al salir de los servicios religiosos. El
mismo se frustró por la detención de dos sospechosos.34
El
otro aconteció en la
República Dominicana en noviembre de 1897, según se desprende
de la nota 257 del capítulo 1 del libro Diplomacia
en conflicto, Cuba y España en el horizonte latinoamericano del 98,
Salvador E. Morales Pérez y Agustín Sánchez Andrés, Centro de Investigaciones
Científicas “Ing. Jorge L. Tamayo”, A. C., 1998, México. Tuvo que ver con
Ulises Hereaux, Presidente de la mencionada República desde 1888.
Hereaux,
obstinado en mantener su régimen dictatorial y sabedor que muchos de sus
enemigos políticos se encontraban refugiados en Puerto Rico y que los mismos
estaban en alianza con los independentistas antillanos, refugiados en los EE.UU.
y en su propio país, comenzó desde 1895 a acrecentar la cooperación de su gobierno
con el español, impidiendo que su país se convirtiera en bastión de los
separatistas. A cambio de su cooperación recibía del gobierno español
financiamiento, apoyo militar y diplomático, y su cooperación en la represión
de sus opositores, especialmente en Puerto Rico.
Uno
de los servicios prestados por España fue prevenirle, por conducto diplomático,
de los proyectos de un grupo de “anarquistas en Nueva York, de quitar estorbos
que se opusieran a la libertad de Cuba y Puerto Rico”.
El
reciente asesinato de Cánovas y los conocidos vínculos del dominicano Abelardo Moscoso
con dicha organización, uno de los siete exiliados dominicanos, a quienes el
Delegado Tomás Estrada había propuesto para que dirigieran la proyectada
expedición armada a Puerto Rico en ese año, a solicitud del “Club Hostos”
–constituido por refugiados puertorriqueños en Santo Domingo– determinó que
Heureaux le diera credibilidad a lo informado, ya que en el mismo se le
mencionaba como uno de los posibles objetivos del grupo.35
La
determinación no fue para menos, ya que Moscoso había tenido problemas con las
autoridades españolas en Puerto Rico a causa de la prohibición para publicar
folletos contrarios al régimen de Heureaux, además, porque había sido
encarcelado en el presidio de Ponce (de donde logró fugarse) por dichas
autoridades, por su participación en el levantamiento del municipio
puertorriqueño de Yauco en abril de 1897..36
También
debió pesar en su determinación el fusilamiento, por orden suya, de Román
Monción –otro de los dominicanos nombrados por Estrada– , así como la
existencia de 12,000 a
15,000 refugiados de Cuba y Puerto Rico, concentrados entre San Pedro de
Macorís y Samaná, en la República Dominicana. Y el hecho de haber
impedido que el barco alemán Dauntless,
que conducía a otro dominicano nombrado por Estrada –Agustín Morales– , a San
Thomas, pudiera hacer escala en las Islas Turcas para recoger pertrechos
destinados a Puerto Rico.37
¿Participó Betances en lo anterior?
El libro de Morales y Sánchez no lo expresa. Lo que sí expresa en su página 63, del capítulo 1, es lo siguiente:
Los
conspiradores puertorriqueños mantenían un contacto directo con líder
independentista Ramón E. Betances, establecido en París, y según Lozano (se
refiere a Francisco Lozano, Cónsul español en Santo Domingo), parecía contar
con numerosos simpatizantes dentro de Puerto Rico.
Los
sucesos mencionados, unidos al de España, pueden servir de marco de referencia
para visualizar el alcance internacional de la alianza independentista ácrata
en la Guerra Hispanoamericana.
Alianza que, desde nuestra óptica, estableció el precedente de la participación
de los ácratas en un proceso revolucionario que buscaba la constitución de dos
Estados soberanos con justicia social, mediante la separación de la metrópolis.
Que de haber triunfado, como todo lo indicaba, pudo muy bien ser el preámbulo
de una Confederación Antillana de contenido ácrata, en un punto altamente
estratégico.38
La intervención del país acechante
Los sucesos posteriores al nombramiento de Sagasta, que dieron lugar a la intervención de EE.UU. son bien conocidos: la voladura del buque de guerra Maine, en Cuba, el 15 de febrero de 1898; la negativa de EE.UU. a que se nombrara una comisión mixta para que investigara y determinara la causa de la explosión; la oferta de 300 millones de dólares a España a cambio del traspaso de la soberanía de Cuba a ellos;
Fallecimiento de Betances
El “Padre de
¿En
qué condición económica se encontraba el prócer al momento de su muerte y qué
impresión causaba?
Veamos
las expresiones de Bonafoux, su admirador ferviente y sincero amigo del tenaz e
ilustre revolucionario boricua, tomadas del libro La Víbora de Asnieres, de José Fernando Dicenta
Bonafoux, y a quien la mayoría conceptuaban el mejor cronista y periodista de
habla española de aquella época, el que se conceptuaba a sí mismo de la
siguiente forma:
Soy
un obrero. Como obrero vivo. Soy un escritor independiente porque me dá la
gana. Por serlo he podido defender a los maltratados de Cuba, a los maltratados
de Puerto Rico, a los maltratados de Las Filipinas, a los maltratados de
Montjuich, a los perseguidos…, a todos los que sufren, a los que reclaman
justicia, porque ese es el único consuelo de mi vida.40
Escribe
Bonafoux, quien tuvo la ocasión de recoger el último suspiro de Betances:
Con
su larga barba parecía un Cristo muy viejo, agonizando entre los escombros de
todo cuanto había amado. Me hizo una seña para que me aproximase. Y me habló de
Puerto Rico con su quejumbroso acento, que más parecía una plegaria entre sollozos.
Mi hija Coconí le ofreció un ramo de flores frescas: las últimas que vio él…41
En
la famosísima revista Vida Nueva,
expresa:
…con
un Betances que ya no existe; con un Betances que era más inteligente, más
ilustrado, más probo y más decente que la inmensa mayoría de los enemigos que
tuvo en Madrid, entre los cuales había no pocos asnos que le cocearon injurias
y calumnias…42
Sobre
las riquezas de Betances al momento de su muerte, nos informa:
Muerto
el Doctor Betances dejando en sus arcas dos francos y setenta y cinco céntimos,
aunque cierta inmunda prensa le acusaba de haberse vendido al oro filibustero y
de ser un bolsista especulador.43
Betances: arquitecto social
Con lo que antecede se pretende acentuar una faceta más a la vida revolucionaria del indoiberoafroamericanoantillano Dr. Ramón Emeterio Betances Alacán, nacido en el pueblo de Cabo Rojo, Puerto Rico, el 8 de abril de 1827; su relación con el anarquismo internacional, cuando entendía que la misma podía ser tácticamente conveniente dentro de un marco estratégico.
Con
500 francos financió un viaje de ida que resultó sin regreso para dos personas,
que como ondas trepidatorias, modificaron toda la correlación de las fuerzas
políticas, militares e imperiales existentes en Europa, América y Asia.
El
“Padre de los Pobres” ya dejaba saber su inclinación por la “acción directa”
ante la pila bautismal, acentuándola con su principalísima participación en el
“Grito de Lares” en Puerto Rico, el 23 de septiembre de 1868.
¡Dos
francos y setenta y cinco céntimos, es su riqueza al fallecer!, cuando
dieciséis meses y dos días antes rehusó aceptar “sudando frío, pero sonreído”
cincuenta millones de pesetas ofrecidas como soborno por España, a cambio de
que aceptara la autonomía para Las Antillas.
Su
participación en la conspiración con Miguel Angiolillo nunca la negó.
Según
las investigaciones de Oreste Ferrara, en París, Italia y en Cuba, expresadas
en su libro Mis relaciones con Máximo
Gómez, La Habana ,
1942, citadas en las notas 3 y 4 del capítulo 1, del libro Historia política de la
España contemporanea, de Melchor Fernández Almagro:44
…no
se ufanaba del hecho que ni había ideado ni promovido, pero no negaba los
contactos tenidos y las facilidades que había dado para la realización del
triste suceso.
Él
solía decir a sus visitantes: “En esa silla en
donde estás, estuvo sentado Angiolillo”.
____________________29 Historia política de
30 Ibídem, p. 27.
31 Esquema histórico de Puerto Rico, c. XVII.
32 Historia política de
33 Ibídem, primera parte, c. 1
34 Ibídem, p. 18.
35 Diplomacia en conflicto, p. 68.
36 Ibídem, pp. 67-68.
37 Ibídem, pp. 67-68.
38 El anarquismo se entiende como la libre federación de libres asociaciones obreras, agrícolas e industriales; siendo en lo económico colectivista y en lo religioso ateo. Su finalidad máxima es la libertad humana, motivo por el cual es antiestado; incluyendo al de la dictadura del proletariado. Por entender que cualquier clase se burocratizaría al ejercer el poder, y con ello surgiría el autoritarismo, enemigo de la libertad plena. Es antipartido, por ser la vía que establece la estructura jurídica de los estados burgueses. Los antillanos dejaban saber sus tendencias libertarias al proclamar la libertad de los esclavos y la de los jornaleros de su servilismo. Desde el inicio se manifestó el internacionalismo con la participación de dominicanos, mexicanos, venezolanos, peruanos, polacos, franceses y españoles.
Martí fomenta su participación al comprometerse dar al producto un contenido de justicia social inexistente en la época. En enero de 1892, en
La participación en el proceso revolucionario no fue claudicación, porque el mismo implicaba la destrucción de un Estado y porque el propio Partido Revolucionario Cubano nunca fue uno de carácter electoral.
El movimiento obrero, t. 1, Instituto Cubano del Libro, Cuba,1975; García, Gervasio, Quintero, A.G., Desafío y solidaridad. Breve historia del movimiento obrero puertorriqueño, Ediciones Huracán, 1982, Río Piedras, Puerto Rico.
39 Historia política contemporánea, pp. 79-137.
40
41 Ibídem, p. 231.
42 Ibídem, p. 233.
43 Ibídem, p. 237.
44 Ibídem, p. 306.
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