sábado, 2 de julio de 2016

Fuerza telúrica cubano-puertorriqueña en La Habana


No. 9/2016   30 de junio de 2016

Por Iliana García Giraldino 
Fotos: Orlando Perera y Karoly Emerson (Siempre con Cuba)
Parecieron converger en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, entre los brazos en alto de cubanos y puertorriqueños, los ríos Manataubón, Corozal y Cibuco, con su torrente de historia y dolor de la tierra boricua, eternizados por el poeta Juan Antonio Corretjer en su obra “Oubao Moin”.
La tarde de este 29 de junio estuvo dedicada a la primera y única embajada de Puerto Rico: su Misión en Cuba, fundada hace 50 años; a la solidaridad capaz de multiplicar consulados y oficinas diplomáticas; al entrañable vínculo entre los dos pueblos; a su música; al patriotismo. Quedará indeleble en el corazón del ICAP la jornada, sin apenas formalismos, desbordada de expresiones propias de hermanos verdaderos, fundidos en compromisos históricos y en la cultura caribeña.
Es difícil determinar cuáles de los momentos de la celebración impactaron más.
Si la entrega al compañero José Ramón Balaguer de las Medallas conmemorativas 50 Aniversario de la Misión de Puerto Rico para Fidel, Raúl y el Partido Comunista de Cuba; para el ICAP, la OSPAAAL, la OCLAE.
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Si las palabras de nuestro Héroe Fernando, ratificando la continuidad del apoyo a la causa boricua, evocando la digna resistencia del independentista Oscar López Rivera, encarcelado por más de 35 años en Estados Unidos, con quien compartió celdas imperiales y del que mucho aprendió.
Si la expresión firme y amorosa de Wilma cuando afirmaba que en el mundo no hay solidaridad e identificación entre dos pueblos como el cubano y el puertorriqueño.
O la profunda reflexión de Alarcón sobre la trascendencia histórica de la Misión y el despreciable coloniaje que Estados Unidos reconoce con sus prácticas tener implantado en Puerto Rico, sin maquillaje alguno ni el menor sonrojo.
Boricuas y cubanos recordaron los orígenes de la Misión, fundada por Fidel y el luchador Juan Mari Brás; el accionar de Cuba en la ONU por la independencia de Puerto Rico; la hazaña del Cerro Pelado; la unidad raigal a través de la historia de las dos patrias.
Creció la perenne voz internacional en demanda de la libertad para los presos políticos puertorriqueños, y se sintió que Oscar López Rivera compartió este encuentro de anhelos, confirmación y optimismo. La solidaridad todo lo puede.
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Serán inolvidables la sencillez de Edwin; la profusa alegría en la celebración; las canciones dedicadas a Puerto Rico, por todos conocidas, coreadas por todos; el ritmo de la música caribeña que hizo saltar a bailar a Wilma, a Clarissa, a boricuas y cubanos; las sucesivas exclamaciones y consignas en tanto se elevaban banderas. Fuerza telúrica de patriotismo e idiosincrasia como solo puede provocar el arte de raíces populares.
Quedarán en la memoria los textos declamados por Ryan; la modestia de Pancho Amat; las lágrimas de Andy Montañéz y su canto conmovido mientras llamaba a los integrantes de la Academia Mariana de Gonitch para unir sentimientos y voces; la actitud de la joven Adria, miembro del coro, quien abandonó su ingreso hospitalario para cantarle a Puerto Rico.
Ella precisamente fue solista en la pieza Alabanza, con versos sobrecogedores del poeta nacional boricua Juan Antonio Corretjer (1908-1985), estrechamente vinculado a la Revolución Cubana. El también periodista heredó de sus abuelos y familiares el amor por la libertad de Puerto Rico y el coraje para luchar por ella sufriendo persecuciones, cárceles y atentados. 
Su genio y pasión patriótica nos dejó la obra “Oubao Moin”, siendo tal vez este poema el más capaz de describir la inolvidable tarde del 29 de junio de 2016 en el ICAP, que expresa:
El río de Corozal, el de la leyenda dorada.
La corriente arrastra oro. La corriente está ensangrentada.
El Río Manatuabón tiene la leyenda dorada.
La corriente arrastra oro. La corriente está ensangrentada.
El rio Cibuco escribe su nombre con letra dorada.
La corriente arrastra oro. La corriente está ensangrentada.
(…)
Gloria a esas manos aborígenes porque trabajaban.
Gloria a esas manos negras porque trabajaban.
Gloria a esas manos blancas porque trabajaban.
De entre esas manos indias, negras, blancas,
de entre esas manos nos salió la patria.
(…)
Y gloria a las manos, a todas las manos que hoy trabajan
porque ellas construyen y saldrá de ellas la nueva patria liberada.
¡La patria de todas las manos que trabajan!
Para ellas y para su patria, ¡Alabanza!, ¡Alabanza!
¡Alabanza!, ¡Alabanza!

Para ellas y para su patria ¡Alabanza!

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